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11 septiembre 2009

ÁGAPE !!!


Ágape es una palabra griega que viene a significar el Amor de Dios o también la Caridad.
Pero este Amor de Dios se expresa en esta palabra de muchas formas, de acuerdo a la oración en que esté formulada.
Así, cuando esta palabra se usa en la Sagrada Escritura significa que el Amor de Dios se manifiesta en todo su esplendor, como algo que nace de Dios y, de esa forma, pura, recta, sin mancha, pasa al corazón del hombre.
Pero esta forma tan amplia del amor sólo tiene su consistencia cuando este Amor de Dios se posee en el Espíritu. Y así este Amor se caracteriza porque nace del Espíritu y se da en el Espíritu. Es decir, este Amor es distinto a un amor de filiación, a un amor de amistad, a un amor de enamoramiento o a cualquier otro amor.
El amor de caridad es un amor de corazón, es decir, en el corazón se da el amor. Y en este corazón se abre el amor en todas sus formas. De esta manera, quien ama con un amor de caridad, ama en todas sus formas, ama porque ama, ama porque el amor le empuja a amar, ama sin pensar en las consecuencias de ese amor.

Por eso, este amor de caridad es tan amplio porque se da en todos los niveles de la acción humana. Niveles tan amplios que cuando una persona ama con este amor, así sea en cosas triviales, se da este amor lleno de rectitud, de nobleza y de armonía.

De esta manera, si se duerme, si se habla, si se calla, y esto se hace por amor, entonces se actúa con un amor de caridad, porque es un amor que nace de Dios y que la criatura lo emplea para todo tipo de bien en todos los ámbitos de su existencia.

Este amor de caridad es distinto al amor de filiación, porque éste consiste en amar como hijo, pero no como hijo que ama noblemente. Si se hiciera esto, el hijo ya amaría con un amor de caridad, no con un amor de filiación.

Entonces, cuando el Señor en su Evangelio pone a Pedro como Cabeza de su Iglesia, le pregunta si le ama con un amor de caridad. Y Pedro le responde que Él sabe que lo ama, pero con un amor de filiación. El Señor le pide a Pedro que lo ame con ese amor que no tiene límites en su amor, con ese amor que lo da todo, con ese amor que no se turba por nada, con ese amor que reconociendo el pecado sin embargo ama sin más a Dios.

Y Pedro, roto por su negación al Señor, no puede decirle que lo ama con este amor, sino que le muestra el amor de hijo, el amor de retorno que su Padre Dios le da y que él, viendo su pecado, no se atreve a más, no se atreve a dar a Dios algo más, sino que el ver su pecado hace como que se cierre a un amor más generoso.
Por eso, en este amor de caridad el amor es lo principal y lo más único. El amor lo rige todo y se entrega a todas las cosas que el hombre realiza. Es un amor que no se fija en el pecado, en la miseria, sino que aceptando el pecado, sin embargo, se siente la fuerza de amar más que el pecado obra. De amar a pesar del pecado. De amar sin fijarse en el pecado.

En el amor de caridad el que ama lo hace movido sólo por amor, no movido por otra razón. Es un amor que ama siempre lo que ama, a pesar de lo que ama sea un gran pecador. Por eso, con este amor de caridad se puede amar a los enemigos y a toda persona que obra el pecado, porque quien ama así no se fija en el pecado de la otra persona y, por tanto, no la juzga, sino que la ama a pesar de lo que es por su maldad.

Es este amor el más genuino y el más importante de todos los amores, porque sin este amor lo otros amores no tienen ningún valor. Sólo el amor de caridad está en los demás amores, porque quien ama con un amor de hijo debe amar porque ama, aunque después añada a ese amor lo propio de un hijo.

Y quien se enamora de alguien también lo ama con este amor, y después le añade el amor de enamoramiento.
Pero quien ama con el amor de caridad ama más que el que ama con cualquier otro amor, porque el amor de caridad nace en el corazón y en él pervive, es decir, nunca muere, siempre permanece.

Pero quien ama con amor de hijo, ese desaparecerá algún día, o quien ama con un amor de enamoramiento, lo mismo, porque son amores que no se dan en el corazón sino que se dan ya en la naturaleza, ya en el sentimiento, etc.
Y, por eso, quien ama con un amor de hijo, para que ese amor crezca y no se estanque debe añadir siempre el amor de caridad. Y así con los demás amores. Por eso, las personas que sólo aman a los demás con un amor de sentimiento, ese amor suele acabarse porque el sentimiento siempre se acaba, no es infinito, y si no son capaces de amar a esa persona porque se le ama, no es posible seguir amando a esa persona.

El amor propio que debe reinar en un matrimonio es el amor de caridad, porque es un amor que es para siempre, y los demás amores se terminan pronto. Sólo el amor que está en el corazón nunca se acaba.

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