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19 septiembre 2009

TODO EN EL LENGUAJE DE DIOS… AMAR


Escuchen bien la Sagrada Escritura, no mi propia voz, porque lo que Dios promete o dice siempre lo cumple. Y es en relación ¿A quienes debemos amar? El lenguaje de Jesús solo lo comprenden aquellos que se han abierto a su gracia y cumplen con humildad la voluntad de aquel que fue levantado en el Calvario. ¿Somos misericordiosos? ¿Juzgamos a los demás? ¿Somos capaces de perdonar el mal hecho? ¿Vivimos condenando al otro? ¿Qué palabras salen de nuestra boca? ¿Damos tiempo a la oración? ¿Somos pacientes?

Todo en el lenguaje de Dios, de Cristo, de Jesús, del Mesías, del Hijo de José y María, del Cordero, de Emmanuel, Dios con Nosotros, del Galileo, del Nazareno se resume en el mandamiento: “Amarás a Dios, con toda tu mente, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas. Amaras a tu prójimo como a ti mismo” El mayor don del ser humano es AMAR. Nadie puede dar el amor sin la ayuda del Espíritu Santo. Todos necesitamos ser purificados, todos necesitamos dejarnos invadir el alma por la promesa del Dios Salvador. La lectura del Evangelio según San Lucas, en su capitulo 6, versículos del 27 al 38 afirma lo siguiente:

Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.

Si aman a aquellos que los aman, ¿Qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".

Este mensaje de Cristo nos invita a ser sinceros con nosotros mismos. Nos llama a ver nuestro corazón, para revisar nuestras acciones y si en verdad estamos viviendo un evangelio desde el alma y no desde la apariencia. Porque es fácil amar aquellos a quienes nos aman. Solo el amor de Dios es capaz de ver más allá. Nadie absolutamente nadie tiene el derecho de hacer el mal al otro, porque estamos llamados a hacer el bien porque el tiempo es tan corto para vivir en la maldad. ¡Ay de aquellos que viven causando escándalos a los demás, viven juzgando, buscan ser elogiados, se enaltecen por los dones que han recibido. ¿Qué recompensa tendrán los que hacen el bien, aquellos que se convierten en buenos samaritanos.

Todo en el lenguaje de Dios, de Cristo, de Jesús, del Mesías, del Hijo de José y María, del Cordero, de Emmanuel, Dios con Nosotros, del Galileo, del Nazareno se resume en el mandamiento: “Amarás a Dios, con toda tu mente, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas. Amaras a tu prójimo como a ti mismo” Seamos pacientes y enseñemos que el mayor don del ser humano es AMAR. Todos necesitamos ser purificados, todos necesitamos dejarnos invadir el alma por la promesa
del Dios Salvador.

El mundo, en especial nuestro alrededor, donde nos encontremos hay sed y necesidad de Dios, porque el corazón esta sediento. Seamos misericordiosos, no señalemos con el dedo, aprendamos a perdonar. Seamos instrumentos de la Caridad. Seamos agradecidos por el bien que podemos realizar. Hay mayor alegría en dar que en recibir.

Todo en el lenguaje de Dios, de Cristo, de Jesús, del Mesías, del Hijo de José y María, del Cordero, de Emmanuel, Dios con Nosotros, del Galileo, del Nazareno se resume en el mandamiento: “Amarás a Dios, con toda tu mente, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas. Amaras a tu prójimo como a ti mismo” Seamos pacientes y enseñemos que el mayor don del ser humano es AMAR. Todos necesitamos ser purificados, todos necesitamos dejarnos invadir el alma por la promesa del Dios Salvador.

!Oh Señor! Bendice a todos los que hacen el bien y no buscan publicidad en los medios de comunicación, para ser vistos por los demás. Ayúdanos a tener fe. Danos esperanza, para que iluminemos la vida, porque cuando desde el corazón fluye la caridad todo cambia. Enséñanos a amarnos y que aprendamos a dar a cambio de nada, enseñando al otro, para que comprenda que Dios lo ha creado para la alegría, para vivir en la gratitud, para ser útil en el reino de Dios.

Todo en el lenguaje de Dios, de Cristo, de Jesús, del Mesías, del Hijo de José y María, del Cordero, de Emmanuel, Dios con Nosotros, del Galileo, del Nazareno se resume en el mandamiento: “Amarás a Dios, con toda tu mente, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas. Amaras a tu prójimo como a ti mismo”





Autor: Carlos Rodríguez

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